Un día me encontré con amigo de la infancia que tenia mucho que no veía, comenzamos a hablar y el me dijo que necesitaba un trabajo de herrería, le dije que yo era la persona indicada, que me dijera cuando y que yo pasaba por su casa. Me dio su dirección y me dijo que pasara temprano en la mañana.
Al otro día llego a su casa y comienzo a llamarlo.
Yo: José!, José!, José!
Me atendió en la puerta una mujer en bata, morena, con una escoba en la mano y en chancletita por lo que asumí que se trataba del servicio.
Mujer: buenos días ¿a quien busca?
Yo: busco a José, se encuentra?
Mujer: no, pero el me dijo que una persona vendría por la mañana a arreglar el problemita de la casa.
Yo: ah ok, ese soy yo.
Mujer: pase y comience, el no tarda en llegar.
Entre y comencé a trabajar, la mujer no se me despegaba del lado observando lo que hacia, pensé en preguntarle sobre cuanto tiempo tenia trabajando para mi amigo cuando el llego y me saludo, interrumpiéndome antes de poder decir algo.
Amigo: como te va hermano, veo que ya comenzaste, por cierto ya conocías a mi esposa.
Cuando el me dijo eso me quede frió y le di gracias a Dios por no haber metido la pata, nunca en la vida pensé que esa mujer podía ser su esposa ya que era totalmente lo contrario a las mujeres que mi amigo estaba acostumbrado a tener como novia.
La salude muy afectuosamente. Después de eso me di cuenta que uno nunca termina casándose con el tipo de mujer que uno sueña y que siempre es bueno investigar o preguntar por lo menos antes de hablar.
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